El futuro de la lectura

27 Dic

El pasado 18 de noviembre tuvo lugar, dentro de las actividades de nuestro Máster en Economía Digital e Industrias Creativas, un seminario sobre edición digital que prometía ser de lo más interesante, pues, bajo la moderación de Luis Cueto, del Ministerio de Ciencia e Innovación, en él estaban representados diversos actores vinculados al sector, desde los editores (representados por Antonio María de Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España), a los bibliotecarios (con la presencia de Margarita Taladriz, directora de la biblioteca de la Universidad Carlos III de Madrid), pasando por los propios autores (en la figura de Nuria Barrios, escritora y periodista), las entidades de gestión (con Antonio Isabel, del gabinete jurídico de CEDRO) o las empresas que participan en la transformación de la edición (con la participación de Rafael Rivera, socio director de Iclaves).

Sin embargo, mi ilusión derivó en frustración al ver cómo el debate acabó polarizándose entre las posturas encontradas (y en mi opinión poco constructivas) de uno de los alumnos del máster y el señor De Ávila respecto a la «cultura libre», en lugar de tratar algunos de los muchos asuntos interesantes relacionados con la transformación que está sufriendo el mundo de la edición, en auténtica ebullición en estos momentos. [Al final de este post encontraréis enlaces a los vídeos de las distintas intervenciones.]

Así que, en lugar de comentar lo que se habló entonces (nuestro compañero David hizo en su blog un detallado recuento que no me veo capaz de mejorar), voy a comentar algo que he leído recientemente sobre el futuro de la lectura y que me ha dado que pensar. (Añado: otra compañera, Yolanda, también ha dado su interesante opinión sobre el seminario.)

Pero antes, confesaré mi peculiar relación con los libros: no me considero un gran lector (de libros, al menos), no llegan siquiera a diez los que leo al año, y sin embargo son muuuchos más los que compro (prefiero no echar cuentas…). Siempre en papel, por cierto, pues curiosear (y comprar, claro) en una librería es una de mis actividades favoritas y, aunque tengo un lector de libros electrónicos desde hace casi dos años, lo utilizo principalmente para leer artículos, posts y papers que encuentro en Internet (la única vez que traté de comprar un libro electrónico acabó en rotundo fracaso). Combino por tanto lectura en papel con lectura en pantallas (del ordenador, del lector, del iPod, del móvil) y, aunque para lecturas largas sigo prefiriendo el papel (sobre todo por mi costumbre de subrayar y anotar, que el aparato que tengo no permite hacer), compruebo que cada vez me molesta menos leer en pantalla.

Aun así, el libro en papel me parece un gran invento, una tecnología muy conseguida, como demuestran sus quinientos años de vigencia. Por eso, no soy de los que vaticinan su desaparición inminente, ni mucho menos. Sin embargo, no me considero tampoco un fundamentalista defensor del papel.

Creo que el apego de la gente de mi generación y de las anteriores por el papel se debe en gran medida a la educación que recibimos, siempre a través del papel y la letra impresa o manuscrita, tan distinta de la que daremos o estamos dando ya a nuestros jóvenes, cada vez más basada en las pantallas, la interactividad y la remezcla. Y esto, evidentemente, tendrá consecuencias sobre el futuro del libro.

Como dice José Antonio Vázquez, de dosdoce.com, hablando del futuro de las librerías físicas:

Para empezar, es posible que en una o dos generaciones, con la entrada de los ordenadores portátiles en las escuelas, ya no existan estudiantes que hayan trabajado en clase con papel, y los libros impresos serán para ellos algo tan vintage como el walkman y el vinilo, aunque no me gustan demasiado las analogías del sector discográfico con el editorial, pero digital oblige. Puede ser una exageración, es cierto, pero la exageración sólo quiere ubicar a aquellos que se aferran al papel para que repasen los cambios que han sufrido en su cotidianeidad con respecto a la vida de sus padres, no ya de sus abuelos. Y aunque pensemos –y sabemos- que el libro tal y como lo conocemos tiene un componente especial, de valor intrínseco, además de vehículo de cultura, transmisión de lenguaje, pensamiento humano, etc., (argumentos relativos según el que coge un libro, pues al que sólo lee el bestseller del año no le interesan tanto estos valores como  poder pasar un buen rato con un libro “de esos que no puedes dejar de leer”; además, las editoriales de hoy –no todas, pero casi-, como muy bien recuerda Jason Epstein, necesitan alguno de estos bestseller para sobrevivir) no por ello, y a pesar de las peticiones a contracorriente de autores como Silva en el último FICOD para la creación de un protectorado del libro de papel -o del  propio librero-, van a ser eternos o, al menos, de uso común para las generaciones que estudien, trabajen y se manejen casi exclusivamente con lo digital.

Incidiendo en esta idea, Mike Shatzkin, que escribe cosas muy interesantes sobre el futuro del sector editorial, prevé que será precisamente en los libros dirigidos a los más jóvenes, y no en los libros para adultos, donde antes se pongan de manifiesto las ventajas de los libros electrónicos «mejorados» o «enriquecidos»:

The reasons that I’m skeptical about enhanced (or enriched, a recent term I’ve heard that might be better) ebooks is because most adult books are written as narrative reading experiences not intended to be interrupted and now being read by people who value the immersive experience. (Not all. But most of the kind we think of as bestsellers or literature.) My guess is that it is going to be hard to shift many of the hours of consumption now devoted to immersive reading to something quite different. And I see that as a qualitatively different challenge than moving immersive reading itself from one delivery mechanism (paper) to another (screens.)

[La razón por la que soy escéptico sobre los libros mejorados (o enriquecidos, un término reciente que he oído y que puede ser mejor) es que la mayoría de los libros para adultos están escritos como experiencias de lectura narrativa no pensadas para sufrir interrumpciones, y los lee gente que valora la experiencia envolvente. (No todos. Pero sí la mayoría de los bestsellers o de la literatura.) Creo que va a ser difícil que muchas de las horas dedicadas ahora a lectura envolvente se empleen en algo muy diferente. Y esto es para mí un reto cualitativamente diferente del de trasladar la propia lectura envolvente de un mecanismo de distribución (el papel) a otro (las pantallas.)]

Sin embargo, según Shatzkin, la situación es muy distinta en los libros para niños:

The degree to which you can immerse yourself in a book is directly proportional to the fluency with which you read. That means that the younger you are, the more likely you are to accept the interrupted reading experience .

And as the devices get cheaper and more ubiquitous, parents and kids will learn fast how entertaining, instructive, and accessible interactive experiences can be.

[…]

That means it is a lot harder for a younger person to get immersed in just words on paper. That’s why kids’ books offer so much more than that: pictures, of course, but also pop-ups and various other entertaining three-dimensional devices, to the extent they can be delivered in something which is fundamentally bound paper.

You could say kids have been getting “enhanced books” forever!

The new devices have much better capabilities than CD-Roms did to engage in ways other than with words — ways which those of us who love immersive reading might find distracting or annoying but which kids love. Intuitive touchscreen navigation, a relatively recent development, makes it even easier to engage and interact with an active mind that hasn’t yet learned enough language to work comfortably with written cues.

[El grado en el que puedes sumergirte en un libro es directamente proporcional a la fluidez con la que lees. Eso significa que, cuanto más joven eres, más probable es que aceptes interrupciones en tu experiencia lectora.

Y a medida que los dispositivos van siendo más baratos y ubicuos, los padres y los niños aprenderán rápido lo entretenidas, instructivas y accesibles que pueden ser las experiencias interactivas.

[…]

Eso significa que es mucho más difícil para una persona joven sumergirse en meras palabras sobre papel. Esa es la razón por la que los libros para niños ofrecen mucho más que eso: imágenes, por supuesto, pero también desplegables y otros artilugios tridimensionales que los entretengan, siempre dentro de las posibilidades que ofrece algo que es básicamente papel encuadernado.

¡Se podría decir que los libros para niños han sido desde siempre «libros mejorados»!

Los nuevos dispositivos ofrecen muchas más posibilidades que los CD-Roms para llamar la atención [de los «lectores»], no sólo con palabras — mecanismos que a quienes disfrutamos de una lectura envolvente nos distraen o nos molestan, pero que a los chavales les encantan. La navegación intuitiva mediante pantalla táctil, un avance relativamente reciente, hace todavía más fácil interaccionar con una mente activa que aún no tiene suficiente dominio del lenguaje como para trabajar cómodamente con indicaciones escritas.]

Probablemente ya en el inminente 2011 podremos empezar a vislumbrar hasta qué punto estas predicciones están en lo cierto.

Vídeos del seminario sobre edición digital (EOI, 18 de noviembre de 2010):

Luis Cueto (moderador, Ministerio de Ciencia e Innovación)

Antonio María de Ávila (Director ejecutivo de la Federación de Gremios de editores de España)

Nuria Barrios (escritora y periodista)

Antonio Isabel (Gabinete jurídico de CEDRO)

Rafael Rivera (Iclaves) (presentación)

Margarita Taladriz (Directora de la Biblioteca de la Universidad Carlos III de Madrid) (presentación)

Otros enlaces de interés:

Artículos de opinión en DosDoce.com (portal cultural dirigido por Javier Celaya)

The Shatzkin Files (blog de Mike Shatzkin sobre el futuro del mundo editorial)

– «Future of books» (mi selección de fuentes sobre el futuro de los libros en Google Reader)

Mi serie de entradas sobre el futuro del libro:

El futuro del libro 1. ¿El ocaso de la era Gutenberg?

El futuro del libro 2. Conceptos

El futuro del libro 3. La cadena de valor

El futuro del libro 4. Marco jurídico I

El futuro del libro 5. Marco jurídico II

El futuro del libro 6. Oleadas de la digitalización

El futuro del libro 7. Los proyectos de digitalización masiva de libros

El futuro del libro 8. El proyecto Google Books

El futuro del libro 9. El acuerdo sobre Google Books

La popularización del libro electrónico. Amazon vs Apple

That means it is a lot harder for a younger person to get immersed in just words on paper. That’s why kids’ books offer so much more than that: pictures, of course, but also pop-ups and various other entertaining three-dimensional devices, to the extent they can be delivered in something which is fundamentally bound paper. 

You could say kids have been getting “enhanced books” forever!

The new devices have much better capabilities than CD-Roms did to engage in ways other than with words — ways which those of us who love immersive reading might find distracting or annoying but which kids love. Intuitive touchscreen navigation, a relatively recent development, makes it even easier to engage and interact with an active mind that hasn’t yet learned enough language to work comfortably with written cues.

4 respuestas to “El futuro de la lectura”

  1. David enero 10, 2011 a 4:59 pm #

    Marcos, muy interesante (como siempre).

  2. egipto febrero 6, 2011 a 11:31 am #

    Cuando cambie la generación el papel desaparecerá o quedara para un target residual http://goo.gl/A7o6l

    • grankabeza febrero 6, 2011 a 3:32 pm #

      Vamos a ir viendo. Puede que el libro en papel acabe siendo un objeto casi para coleccionistas, como el disco en vinilo, aunque yo creo que convivirán con el libro electrónico durante más tiempo.

      Un saludo.

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  1. El futuro del libro. 1 ¿El ocaso de la era Gutenberg? « IT ruminations - enero 18, 2011

    […] Europa), y pese a las reticencias de parte del sector editorial, la tendencia parece clara: aunque convivirán por bastante tiempo con los libros tradicionales en papel, cada vez se venderán y se leerán más libros […]

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